Todo ha cambiado y seguirá cambiando por el resto de nuestras vidas. No conocemos el resultado de la búsqueda hasta que lo buscamos. El Camino de Santiago para mí es un portal de sanación.
Ralentiza, centra, purifica, conecta con lo sagrado, sea cual sea tu origen. Si vas con el corazón abierto, el Camino de Santiago te transforma.
Como no teníamos 30 días para hacerlo desde San Jean, empezamos con dos días en Mallorca, donde vivo parte del año, con caminatas increíbles en esta isla mágica por su belleza y cultura al silencio, a lo que es natural y simple.
Pronto nos encontramos en Madrid y de allí un tren a León, nuestro punto de partida.
Mi madre nos nombró: O Trio Triunfo y así fue como quedó nuestro nombre.
Nunca sabes si te vas a llevar bien con alguien, necesitamos convivencia para sentir eso. Fueron 20 días juntos en todo momento a lo largo del Camino de Santiago.
Agradezco infinitamente la conexión, el respeto y la armonía que tuvimos desde el primer día, al acatar nuestros espacios, nuestros silencios, al interpretar juntos canciones y mantras.
Entre fotos, paradas para orinar, meditaciones, aromaterapia, prácticas de respiración sagrada, caminatas conscientes y ejercicios de autoconocimiento, fuimos latiendo y entrelazándonos.
Rezando juntos, llorando, recogiendo cerezas, ayudándonos, visitando castillos, farmacias, arrodillándonos en pequeñas iglesias o grandes catedrales… Aprendimos a escuchar, guardando en sagrado secreto lo que sale del corazón de cada uno.
Conexiones únicas en el Camino de Santiago
Encontramos lugares y personas tan especiales en este camino que nos inspiraron. Transformaron nuestro día, nuestra visión de mundo, mostrando con su experiencia real que todo es posible. Nos dieron energía para seguir avanzando, sintiendo que algo nuevo plantado en nuestros corazones brotaba con fuerza cada día.
El Camino de Santiago es un motor de crecimiento, de transmutación y de fe.
La fe que proporciona el camino.
Fe en que hay algo más grande y más sabio que nuestro propio ego.
Fe en percibir y escuchar a Dios a nuestro alrededor.
Fe de sentir la tierra bajo nuestros pies y el cielo sobre nuestras cabezas. Que cuando cae la lluvia, sabemos que esta bendición en forma de gotas se lleva todo lo que ya no nos pertenece, dejando espacio para que surja algo más.
Para que surja algo nuevo, con olor a campo florido, a lágrima derramada, a conciencia expandida, con sonido de pasos por caminos de tierra durante horas.
Con la presencia de una danza de cuerpos sedientos desde el mar de Finisterre, recorriendo toda España de este a oeste para dar un abrazo sagrado de agradecimiento a Santiago en su campo de estrellas, por traernos un nuevo sentido a la vida, como siempre lo hizo en su propia historia de entrega al mundo.
Algo nuevo aparece ahí, profundo.
Una semilla sembrada en tierra fértil de tanto sol y lluvia y campo.
Una intimidad sagrada con nuestra propia alma y con las peticiones de nuestro corazón.
De ahora en adelante, continuaremos siguiendo las señales, continuaremos bendiciendo la vida de los demás, continuaremos percibiendo los momentos perfectos de nuestra existencia cotidiana que antes pasaban desapercibidos.
Seguiremos escuchando la voz de Dios y sus mensajes en la naturaleza. En las personas que nos rodean, en los textos sagrados de los que ya despertaron y en boca de los poetas.
Agradecimiento al Camino a Santiago de Compostela.
Nos vemos pronto con otro grupo de peregrinos y romeras.
Hasta entonces, ¡buen camino!
Shirayam
Soul Walk
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